En noviembre, mes en que se conmemora el Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer, los medios de comunicación reflejan cómo se recrudece la violencia de género e intrafamiliar, donde no sólo la mujer ha sido víctima fatal, sino también cualquier familiar que haya tratado de protegerla o esté en su entorno. Un feminicidio corta la vida de una mujer y afecta a toda la familia por la violencia de quien se esperaba protección, apoyo y cariño.
La violencia en el ambiente familiar se dirige especialmente contra la mujer, sin embargo, los hijos e hijas siempre son testigos y, por tanto, víctimas indirectas, pero con mucha frecuencia también sufren el maltrato de forma directa y experimentan el mismo tipo de violencia que la madre.
Según datos de prensa, hasta el 12 de noviembre del 2020 se habían registrado en el país 43 feminicidios, y se calcula que han quedado en la orfandad alrededor de 46 niños, niñas y adolescentes, con una secuela de efectos psicológicos.
En los hijos e hijas, el efecto psicológico y emocional de la violencia que se vive en el ambiente de la familia va a ser diferente para cada uno, según su edad; las características personales de cada niño o niña; las circunstancias o el tipo de maltrato que viva o presencie, así como la protección que haya podido recibir de su entorno familiar, aunque casi siempre se podrá encontrar síntomas de ansiedad, depresión, sentimientos de baja estima, dificultades en las relaciones sociales, conductas agresivas y dificultades en el rendimiento académico.
Las mayores dificultades de la violencia durante la primera infancia y la edad preescolar están relacionadas con el desarrollo del apego. Los niños y niñas que experimentan algún tipo de maltrato pueden crecer con una falta o desorganización del apego, además se observan trastornos en la relación con sus iguales, conductas de retraimiento, retrasos cognitivos y dificultades de adaptación escolar.
En la infancia media (6–11 años) los problemas afectan fundamentalmente al desarrollo socioemocional. Manifiestan dificultades en la relación con sus iguales, con comportamientos agresivos. Persisten los sentimientos de baja autoestima, niveles alto de ansiedad y depresión y problemas de aprendizaje.
Para las y los adolescentes, a los bajos niveles de autoestima, la conducta agresiva y el déficit en el rendimiento académico, se suma que los efectos sociales, emocionales y psicológicos están asociados a actitudes de responsabilidad excesiva sobre todo en el hogar.
Estos síntomas o efectos de la violencia de género o en la familia, afectan el desarrollo evolutivo del menor de edad, aunque no siempre requerirá un tratamiento psicológico estructurado y podrá superar la situación con el apoyo de su familia, sin embargo, cuando se han presenciado hechos de extrema violencia, como que su padre o persona de confianza le quita la vida a su madre, es importante hacer un acompañamiento psicológico.
Cuando se hace una denuncia de violencia, es importante que el Ministerio Público actúe inmediatamente sacando al agresor del ambiente familiar, pues además de prevenir un posible feminicidio, también se garantiza la estabilidad emocional de esos/as hijos/as.
Para los efectos y secuelas de la violencia, es importante acudir a un profesional de la conducta, preferiblemente que tenga conocimiento del tema de la violencia intrafamiliar.
En las clínicas Profamilia ofrecemos atención psicológica a niños y niñas que han presenciado la muerte de su madre, un feminicidio o que sufren los efectos de la violencia intrafamiliar, así como a otras problemáticas del ámbito de la Salud Mental.
Si desea atención psicológica ante los efectos de la violencia de género o de la violencia intrafamiliar, puede comunicarse al 809-689-0141 extensión 0, también al WhatsApp del mismo número, donde le darán información o una cita para los servicios de psicología.