Febrero se identifica como el mes del amor. Los escaparates se visten de rojo y San Valentín se pasea por sus lares, surgiendo de repente en cualquier vitrina, arco en manos, esparciendo flechas de amor y buena voluntad.
Aunque el amor no tiene edad, cada edad si tiene su modo de manifestar y sentir el amor. Mientras de las personas maduras, -solteras o casadas-, se espera que vivan su amor con madurez, estabilidad y responsabilidad, para los adolescentes puede ser diferente.
De esto nos habla la licenciada Marina Orbe, psicóloga clínica y terapista familiar con una extensa experiencia en el trabajo con jóvenes y adolescentes a través del departamento de psicología de Profamilia.
Marina Orbe aborda ese primer amor, que para muchos padres y madres puede ser motivo de preocupación y que sin embargo, forma parte del desarrollo integral como persona.
El amor de mi vida
¿Cuáles son los efectos físicos y emocionales del primer amor?
Los adolescentes sienten los primeros embates amorosos en la pubertad, como una muestra firme de que la infancia toca a su fin.
Sin duda alguna, la pubertad es una época de profundos cambios, tanto en chicos como en chicas, que afectan en ambos casos a todo su cuerpo, su modo de pensar, su modo de actuar, su modo de relacionarse con los demás y a su propia identidad.
El despertar hormonal genera un cambio respecto a la sexualidad, su cuerpo cambia para ser diferente y ambos, tanto chicos como chicas, estrenan cuerpo que llama la atención de los demás compañeros que están atravesando por lo mismo cambios.
Entonces ahí se produce el enamoramiento, que le podemos llamar el primer amor. En ocasiones, se cree que será el único y nunca más se podrá enamorar porque estamos frente a como dicen algunos “el amor de mi vida”.
En ocasiones todavía no tienen muy claro lo que quieren ni tan siquiera cómo son y los frecuentes cambios de humor propios de la etapa adolescente que están viviendo, hacen que la relación pueda sufrir altibajos, que para ellos es el fin del mundo.
¿Es único y duradero este amor adolescente?
La realidad es que algunos se enamoran, se desenamoran y vuelven a enamorarse, sufren y se sienten infelices y luego felices. El enamoramiento puede durar muy poco, uno o dos meses, pues es propio de la etapa por la que están atravesando.
Pero para ellos es un hecho muy importante y muy significativo en su vida, en general tiene características parecidas:
- La higiene personal pasa a ser lo primordial, están más interesados en cómo lucen y se ven físicamente, se miran cantidad de veces en el espejo, quieren tener ropa nueva y diferente todo el tiempo.
- Pueden parecer distraídos o despistados, es como si anduvieran en las nubes.
- Pérdida de apetito o mucho interés en hacer dietas o ejercicios. Les interesas muchísimo su figura de una forma que exageran.
- Pasan horas chateando, hablando por sus móviles, mandando y recibiendo fotos, sus mensajes o imágenes de estado los delatan, dependiendo mucho estos de lo que están viviendo en ese momento. De igual forma, cuando escuchan el sonido de un mensaje dan brincos.
- En algunos casos tienden a bajar el rendimiento académico y en otros entran en competencia, como forma de llamar la atención.
- Sus salidas al centro comercial o a la casa de sus amigos son más frecuentes que antes y generalmente no le gusta que los lleven, o que los vayan a buscar, porque no le gusta que los vean con los padres.
- Tienden a enojarse fácilmente y con frecuencia con sus padres, dejando de darle crédito a lo que estos le dicen.
- En ocasiones su cambio de humor va depender de como estén con su parejita: pueden mostrar tristeza o alegría cuando tienen alguna diferencia con su enamorado/a.
¿Qué pueden hacer los padres?
Algunos padres se aterrorizan cuando sus hijos adolescentes se enamoran y fruto de ese miedo tienden a minimizar los sentimientos de los hijos diciéndoles “eso es una tontería”, “qué vas tú a saber lo que es estar enamorado”, “los muchachos no se enamoran”.
Sin embargo, lo importante es hacerles saber que eso que sienten es normal; que es lindo, que generalmente a esa edad a todos nos ocurre, que a ti también te ocurrió como papá o mamá. Aprovecha también para hablar de las dudas y los miedos que se experimenta si la otra persona no siente lo mismo, o no acepta la relación, y que tenemos que respetar su decisión porque el amor es un sentimiento libre, que no debe ser obligado bajo ninguna circunstancia.
¿Qué apoyo o guía pueden ofrecer los padres a sus hijos e hijas adolescentes?
Enamorarse por primera vez es una buena oportunidad para enseñarles que el amor es un acto responsable y de respeto, y sin respeto no hay amor. Enseñarles también que querer es un acto de libertad y la libertad no se impone, se ejerce. Enseñarles que para demostrar amor no hay que hacer nada que uno no quiera hacer.
Esta situación es ideal para hablarles de lo que crees que es un comportamiento adecuado y uno inadecuado y en vez de hacerles una serie de prohibiciones (que no van a cumplir) aprovechas para trabajar lo que será su relación de pareja a partir de ahí, pues dependiendo de cómo los padres y/o tutores enfrenten esta primera experiencias de sus hijos e hijas, habrán ganado la primera batalla y la confianza para la relación futura de su hijos/as.
Háblales claro, no recurras a parábolas como la de “hija, ten cuidado no te vayan a echar algo en el vaso” cuando tu preocupación realmente es otra. La educación afectivo-sexual de los hijos requiere que los padres les hablemos claro respecto a lo que ocurre o puede ocurrir cuando uno cree que está enamorado. No se trata de negar lo que nuestros hijos sienten, sino orientarlos sin pelear respecto a la necesidad de responsabilizarse de sus decisiones, y de sus acciones.
Los padres tenemos el deber de orientar y supervisar a nuestros hijos y a poner reglas, normas y límites que deben girar alrededor de los valores de cada familia. Son los valores que tú quieres inculcar a los hijos, y no el miedo de hablarle de su sexualidad lo que nos ayuda a marcar los límites respecto a lo que consideramos adecuado o no.
Conoce al “amorcito” de tu adolescente para que tengas información sobre cómo es y si no te gusta intenta no decirle “no me gusta nada”. Tampoco tienes que mentirle, pero nada de ponerle nombre peyorativo, ni etiquetarlo, ni burlarse a costa del peinado, la vestimenta, rasgos físicos o creencias religiosas, creyendo que con eso el adolescente desistirá. Fácilmente lo que puedes es herir sus sentimientos y en rebeldía insistirá en seguir en una relación que generalmente no durará más allá de lo esperado.
Si no puedes manejar la situación busca ayuda, para ti y para tu hijo/a adolescente. Estamos en Profamilia, que tiene una red de clínicas, donde podemos orientarte, llamando a los teléfonos 809- 689- 0141 ext. 255.