En el día internacional de la prevención del suicidio este 10 de septiembre, Profamilia mostró su preocupación por el cuidado y la salud mental y emocional de la población como posible causa de suicidios, a casi seis meses de iniciada la pandemia por el COVID-19.
“El suicidio es un problema complejo en el que intervienen diferentes factores, entre ellos psicológicos, ambientales, sociales y biológicos y todos estos han sido tocados por la situación de pandemia”, señala la licenciada Marina Orbe, psicóloga clínica y terapeuta familiar y de pareja de Profamilia.
Las cifras del 2019 de la Organización Mundial de la Salud (OMS) indican que una persona se suicida cada 40 segundos y aunque aún no cuenta con cifras actualizadas, la OMS llamó la atención sobre un posible aumento de intentos de suicidios como consecuencia de los efectos de la pandemia en la salud mental, por lo que invitó a los países a no descuidar la atención psicológica y cuidar la salud mental.
Considera Orbe que, ante la pandemia, la población ha tratado de mantener la esperanza, pero la realidad es que muchos han perdido el empleo sin posibilidad de conseguir otro, negocios han ido a la quiebra, el teletrabajo, para los que lo conservan, se ha vuelto una pesadilla entre falta de planificación y políticas claras, apagones y deficiencias de internet, mientras que el acceso a servicios de salud sigue siendo una preocupación.
“Al estado de vulnerabilidad que provoca todo esto, se une el dolor por la pérdida de seres queridos y aumenta la posibilidad de patologías psicológicas y el peligro de suicidio”, indica la profesional de la conducta humana, quien coordina los servicios de psicología de las clínicas Profamilia.
Indica que cada grupo de edad tiene diferentes factores de riesgo y señala entre los más comunes para los niños, niñas y adolescentes la historia psiquiátrica familiar; las enfermedades mentales, la pérdida de un ser querido; la depresión, el aislamiento social o el abuso de drogas y alcohol.
“En las personas adultas supone un factor muy importante las relaciones con otras personas, la violencia doméstica, sin olvidar enfermedades mentales, abuso de alcohol y drogas, mientras que en los adultos mayores los estudios señalan la depresión, el dolor físico a causa de una enfermedad, el aislamiento social y familiar”, indica.
Invitó a observar el comportamiento de las personas cercanas, porque “aunque no siempre se puede saber si alguien está pensando en el suicidio, hay algunas señales de alerta a tomar en cuenta, por ejemplo, cuando notas que una persona habla acerca del suicidio, intenta obtener medios para hacerlo efectivo; da señales de retraimiento extremo; cambios de humor, expresa preocupación por la muerte o se muestra con impotencia y desesperanza ante una situación”.
Marina Orbe recordó que estudios disponibles señalan que la prevención y el tratamiento de la depresión, del consumo de drogas y otras sustancias pueden contribuir a reducir la tasa de suicidios. “También hablar con la persona, ofrecerle ayuda y animarla sin juzgar, pero sobre todo, es importante buscar ayuda profesional”.