Multiplicador Voluntario
José Antonio Pacheco Valdez, con 13 años, comenzó a vivir la experiencia de ser multiplicador voluntario, de entregar parte de su tiempo, esfuerzos y energías a favor de una labor social.
“Yo estudiaba en el colegio Santa Teresa, en Gualey, un barrio de la zona Norte de Santo Domingo, cuando llegaron varios jóvenes de Profamilia a impartir una charla sobre prevención sobre las Infecciones de Transmisión Sexual , de VIH y Sida, donde también se trabajó con el manual Hablemos. Cuando terminó esa charla, ya yo me sentía un multiplicador voluntario, quedé conquistado con las actividades de integración que hicieron”.
Así recuerda ahora sus inicios como multiplicador voluntario, donde asumió la responsabilidad de capacitarse para llevar información a sus pares sobre salud sexual y salud reproductiva.
“Capacitarme y hablar sobre anticonceptivos a la gente joven de los barrios vulnerables me ayudó a mí y creo que ayudó también a esa gente joven. En cualquier momento iban a mi casa a buscar información sobre infecciones de transmisión sexual, sobre cómo prevenir el VIH, cómo tener acceso a condones si ya estaban sexualmente activos, e incluso, para contarme situaciones personales que no sabían cómo abordar”.
Para José, esta fue una experiencia de trabajo social que repercutió en su vida adulta, como puede haberlo hecho también en cientos de jóvenes que fueron alcanzados por su trabajo.
“Las actividades deportivas, cine fórums, facilitar el acceso a métodos anticonceptivos o a servicios de salud, así como las actividades teatrales, fueron acciones que facilitaron mi acercamiento con la población joven”.
Así se alimentó el liderazgo social de Pacheco, un muchacho de escasos recursos económicos de un barrio vulnerable, que contribuyó al bien social de sus semejantes.
“Esto trascendió el tema de la salud sexual y la salud reproductiva, porque tenemos historias de jóvenes que lograron apartarse de las bandas o del consumo de drogas, y se integraron también al trabajo voluntario como multiplicadores e incluso, alguno pasó a ser promotor de Profamilia, que era un trabajo de mayor responsabilidad y vinculación social”.
Las estrategias de acercamiento con los jóvenes de algún modo definieron la inclinación profesional de Pacheco, que superado el bachillerato estudió teatro. “Lo que soy hoy está totalmente relacionado con lo que fui y con el trabajo voluntario, porque además de estudiar teatro, hoy trabajo en el INAIPI como coordinador de animadoras, gracias a la experiencia que obtuve como multiplicador voluntario de Profamilia”.
Hoy, José Pacheco es un trabajador comprometido en el Instituto de Atención Integral a la Primera Infancia –INAIPI-, que lleva su interés en el bien social como estandarte y que se reconoce como producto de su pasado como multiplicador voluntario.
En el Día Nacional de la Juventud, Profamilia reconoce el esfuerzo dedicado por tantos jóvenes en la educación de pares, exalta a los multiplicadores voluntarios que han demostrado que el trabajo social vale la pena.